EL LIBRO ES UN SER VIVIENTE Y PERTURBADOR

Hay en los libros algo particularmente revolucionario. Gabriel Celaya ya lo apuntaba cuando decía “la poesía es un arma cargada de futuro”. En cierto modo, un libro es como una bomba, un artefacto a punto de estallarte en la cara. Cuando uno abre un libro, es el libro el que lo lee a uno, el que lo interpreta a uno. Hay en los libros algo inquietante, perturbador, que abre territorios íntimos de pensamiento y apropiación de la cultura.

SER O NO SER, 1942, ERNST LUBITSCH.

“El libro de por sí es un ser viviente dotado de alma, de vibración, de peso. Su presencia se acusa ya antes de verle entrar, llama a la puerta, simplemente, de una casa donde no haya libros leídos, pensados, vividos (…) El libro existe de por sí, lleva su ser propio, tiene su hueco, su ausencia, tiene su amor. Y para aquel que lo recibe por primera vez, resulta de una tal conmoción, que trae un mundo lejano y misterioso que se hace propio, que se hace íntimo, una lejanía misteriosa que entra en la intimidad” María Zambrano

Estas palabras de la filósofa malagueña María Zambrano nos recuerdan su trabajo en las Misiones Pedagógicas durante la II República Española, donde un grupo de educadores y maestros recorrió la geografía española para llevar los libros a aquellas zonas que habían quedado “excluidas” de los beneficios que la cultura podía proveer. Eran los años 30 cuando estos grupos partieron…

Tan solo hubo que esperar unos años para que muchos de estos libros ardieran como las nuevas brujas de la Edad Media en las hogueras de la Alemania nazi. Aquellos que deciden quemar los libros saben algo de su poder perturbador, deben de estar advertidos de lo que decía el conocido poeta español. Los que nos dedicamos a la educación también sabemos algo de esto, en nuestro caso conocemos el valor profundo de los textos y el lenguaje.

Los libros son, para nosotros, una vía de entrada al mundo que hace posible inventar modos particulares de ubicarse en él.


Fuente: Interabide

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